«Fue muy difícil lo que viví», dice guatemalteco, padre de familia, que pasó cuatro años en un santuario
La vida del guatemalteco Lucio Pérez dio un giro tras vivir casi cuatro años en una iglesia santuario en Massachusetts, para evitar la deportación.
El guatemalteco, padre de familia, dice «fue muy difícil lo que viví», al referirse a los cuatro años que pasó en una iglesia santuario.
«Para mí es algo maravilloso estar nuevamente en casa, disfrutando cada momento. Allí me sentía con una ave enjaulada», comenta.
Aunque sus cuatro hijos lo visitaban, verlos partir le arrancaba lágrimas, que ocultaba para que no sufrieran.
«Estando ahí se aprende a valorar más a la familia. Antes me dedicaba más a trabajar» como jardinero, dijo Lucio.
El caso del padre guatemalteco
Pérez no olvida el día de 2011 que cambió el rumbo de su vida.
Ese día Lucio detuvo su auto en un establecimiento comercial en Connecticut porque sus hijos tenían sed en un día muy caluroso.
Pero su esposa también salió un momento y dejó unos minutos en el carro a sus hijos, menores de edad.
Cuando salieron del negocio poco después, «ya la policía estaba ahí» y lo detuvieron por haber dejado a los niños solos.
Aunque la acusación fue retirada, eso no evitó que poco después pasara a manos del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE).
Pérez, sin expediente criminal, quedó en libertad con un grillete electrónico, pero poco después enfrentó un proceso de deportación.
Esa situación lo llevó a optar por refugiarse en 2017 en la iglesia santuario.
Sale del santuario
Lucio salió de la iglesia santuario luego de 4 años de permanecer allí, pues en abril pasado la Administración del presidente Joe Biden le permitió estar un año más en el país.
En este tiempo, dice que luchará para permanecer junto con sus hijos y esposa, apoyado en la decisión del Supremo. EFE