Veterano de guerra y empresaria chapina viven una auténtica historia de amor en Nueva York
Febrero, el mes del amor y la amistad, es ideal para contar las historias que unen parejas y forman lazos muy fuertes.
Como un guión de película de Hollywood o inspiración de parte de la letra de la canción Ella y él de Ricardo Arjona, la historia de amor entre la chapina Ana Castellanos y su esposo Dominic Prince es auténtica e inspiracional. Además ha demostrado que no existen las barreras culturales cuando se trata de un sentimiento sincero.
“Ella es de Guatemala, él de Nueva York…”, ambos construyeron el camino del amor cuando se conocieron en 2008 en un restaurante de Brooklyn en el que ella trabajaba como mesera y a donde él llegaba cuando regresaba de las misiones como integrante de la armada marina de Estados Unidos.
“Dominic vivía a la vuelta del local y llegaba a comprar comida. La relación siempre fue de mesera y cliente hasta que un día en mi hora de salida necesitaba el número de un taxi y se lo pedí a un compañero, él escuchó y se ofreció a contactarme uno, o bien llevarme a mi casa, lo cual no acepté”, recuerda entre sonrisas Castellanos.
El taxi fue la excusa perfecta para que Dominic se acercara a Ana, originaria de Quetzaltenango. En los próximos días, el tema a abordar era ese, hasta que se intercambiaron números.
La primera cita
De acuerdo con la guatemalteca, los intercambios de mensajes empezaron a ser constantes hasta que llegó la primera invitación a salir.
“Para mí era muy difícil tener días de descanso así que me organicé bien y salimos. Era sábado, y Dominic me llevó a un partido de los Yankees, creo que no era nada romántico”, afirma entre carcajadas al tiempo en que dice “al final la pasamos muy bien y es algo que nunca se me olvidará”.
La comunicación era frecuente, pero aún no eran novios. Él prefería una relación libre, ella no, y fue clara desde el principio.
“Un día le dije que así por temporadas no, que mejor cortáramos la relación, y nos dejamos de hablar, pero a los tres días llegó a buscarme y me dijo tímidamente ‘Vine porque ahora eres mi novia y yo soy lo que tu llamas novio’”.
De esa manera él no pudo negar que se había enamorado de la chapina. El noviazgo maduró y él debía regresar a la armada marina, tenía dos caminos, pedirle a su amada que lo esperara, con el riesgo de perderla o casarse. Optó por hacerla su esposa.
En 2011 contrajeron nupcias. Ella, muy perseverante en sus metas, se había convertido ya en una de las dueñas del local de donde era mesera. Él dejó de ser combatiente, estudió tecnología, pero su sueño era ser bombero, objetivo que cumplió gracias a la motivación de la quetzalteca.
El 24 de marzo de 2014 nació su primera hija, Angela, quien tiene los rasgos bien marcados de sus padres, además habla español e inglés.
“Fue un embarazo muy feliz, él siempre quiso tener hijos y es un excelente papá”, agrega Castellanos.
Dos años después, llegó al mundo Alex y con ello han completado la pareja de retoños.
Para el amor no hay excusas
Al cuestionarlos sobre las barreras que han debido superar por ser de diferentes nacionalidades, explican que no hubo ninguna, pues ambas familias se han adaptado perfectamente. Desde que se conocieron ella hablaba inglés y ha sido la manera de comunicarse siempre.
En casa, Ana habla en español e inglés con sus pequeños, quienes tienen muy claro que su mamá es inmigrante por lo que aman la cultura chapina y se identifican con Guatemala, la conocen y hasta visten la camiseta de los Chivos.
Dominic también admira el país de la Eterna primavera, entiende algunas frases en español y dice “Hola” al saludar a la familia y amistades de su esposa. Ha mencionado irse a vivir allá cuando sean más grandes, pues le gusta mucho el lago de Atitlán.
El amor por la tierra de su pareja lo ha demostrado al hacer altruismo cuando ha sido necesario. Una de sus grandes labores fue recolectar equipo de primeros auxilios y bomberil junto a sus compañeros del departamento de bomberos de Nueva York y enviarlos a Guatemala durante la tragedia del volcán de fuego.
La mayoría de ayuda proveniente de Nueva York fue gestionada por los esposos Prince Castellanos, algo que la comunidad chapina del estado aún recuerda con agradecimiento.
Para ellos el apoyo mutuo es importante y han construido sus sueños tomados de la mano. Les gusta viajar y organizan vacaciones familiares en las que disfrutan convivir con sus pequeños Ángela y Alex.