La mujer latina afirma que varios de sus amigos le ofrecieron estar pendientes de sus hijos, pero también piensa en que será beneficiada.
Melissa Lucio, que ha sufrido toda una vida de abusos por parte de familiares y de sus parejas, lleva desde 2008 en el corredor de la muerte acusada de matar a su hija de dos años, un crimen que ella dice nunca cometió. Pese a sus duras circunstancias y su ejecución inminente, esta madre latina sólo piensa en el sufrimiento de sus trece hijos.
Estadounidense con origen mexicano, Melissa, de 53 años, alega que no mató a su hija Mariah de una paliza, como afirman las autoridades, sino que la niña, que sufría de una malformación en los pies, se cayó por unas largas y empinadas escaleras de acceso a su apartamento mientras ella preparaba una mudanza a su nueva residencia.
Desde la cárcel de Mountain View, tras una pantalla de vidrio y rodeada de rejas, Lucio insiste que justo después de la muerte de Mariah, la Policía la interrogó agresivamente durante horas sin la presencia de abogados hasta que, exhausta, decidió decirles lo que «ellos querían oír». «Pero yo no lo hice», repite.
Lucio fue declarada como responsable del crimen, ocurrido en 2007. La ejecución está programada para el próximo miércoles 27 de abril.
Piensa en su hijos
En una entrevista, la mujer latina afirma:
«Por supuesto que tengo miedo. Pero miedo por mis hijos, por que nadie vaya a estar ahí para apoyarles si la ejecución se lleva a cabo. Me preocupo por ellos».
La sentenciada agrega:
«Ahora mismo hay gente apoyándoles, que les han dado fuerza, y muchos de mis amigos me han dicho que si la ejecución sucede, van a estar ahí para mis hijos, y eso lo agradezco mucho».