Quetzalteco cumple el sueño de convertirse en DJ y pone el sonido “Chapinlandia” en fiestas de EE. UU.
El sueño de Gilberto Ramírez fue amenizar con música las fiestas de Cabricán, en Quetzaltenango. Eso lo hace en la Gran Manzana.
Gilberto Ramírez vivió su infancia y adolescencia en Cabricán, en Quetzaltenango, en donde siempre persiguió su sueño y visualizó una vida de éxito.
Se graduó de maestro de educación primaria y le llamaba la atención todo lo relacionado a la música; no obstante, las pocas oportunidades para salir adelante y el fallecimiento de su padre lo obligaron a dejar su tierra natal para empezar de cero.
Por “azares del destino”, llegó a Nueva York hace ocho años con el sentimiento de tristeza por dejar a su familia e invadido por el temor de recorrer un nuevo camino a miles de kilómetros de su hogar.
Esfuerzo al máximo
Consiguió un trabajo de repartidor de comida (delivery). Ese fue el punto de partida para volver a soñar y esforzarse por cumplir sus metas personales y profesionales.
“Al principio fue difícil, pero nunca solté mi objetivo de algún día ser DJ, por eso poco a poco ahorré para ir comprando lo que se necesita”, explica Gilberto, de 26 años y residente en alto Manhattan.
Conoció a personas que se dedican a amenizar fiestas y empezó a empaparse del negocio.
“Unos amigos mexicanos fueron los que me impulsaron y guiaron para lanzarme en este mundo del entretenimiento, estoy muy agradecido”, afirma el quetzalteco.
Chapín cumple su sueño
Desde hace 2 años junto a su consola en la que resalta “DJ y sonido Chapinlandia”, Gilberto se transforma en todo un profesional detrás del micrófono y tornamesas para poner el ambiente musical a los eventos.
Ha amenizado cumpleaños, bodas, bautizos, convites, además de diferentes bailes organizados por la comunidad chapina radicada en La Gran Manzana.
El emprendedor confiesa que aprovecha su trabajo para promover la cultura y la música de Guatemala, pues siempre incluye segmentos de marimba pura, marimba orquesta y los trabajos de artistas nacionales.
“Desde que estaba en Guatemala tenía el sueño de amenizar esos eventos que dan tanta alegría y que resaltan nuestra cultura. Ahora que estoy aquí en EE. UU. y tengo la oportunidad de hacerlo, lo hago con todo el corazón porque extraño esas fiestas patronales, los bailes únicos de los pueblos y mi sentir es compartido por quien gusta de mi trabajo”, confiesa el aún delivery.
Respecto al nombre de su empresa, Ramírez explica que es para tener siempre presente la identidad chapina, así como a esa tierra que lo vio nacer, la cual no pierde la esperanza de volver a pisar.